Hay una vasija de madera que me gusta mucho, esta bien lijada, es lisa y tiene una forma circular semejante a la de un coco, es tan rústica tan opaca, tan sencilla. La imagino ahora, sosteniendo el llanto de una vida, y no digo que sostienga el llanto, mi llanto, porque halla tenído una vida llena de lágrimas, sino porque en ella, pequeña, podría almacenar cada una de mis lagrimas; mis manos sosteniendo la vasija, mis ojos cuidando su equilibrio, se mesen de un lado a otro al ritmo de mis pasos, llegan a la orilla y vuelven a bajar como si solo quicieran asomarse, mis pies tratan de ser precavidos y suavizan cada galope, no quiero olvidar cómo fui llenando esta vasija, la llevo a un lugar en medio de la sombra de los árboles donde el sol no pueda tocarla esfumando mis tristezas vividas, porque es por ellas lo que soy , y por ellas lo que no soy. Llevo una vasija llena, llena de todo, sólo espero no tropezar.